La cesta del diabético



Papá (o sea, yo): -¿Has visto la cesta de Navidad que traje anoche?
Lucía (o sea, 7 años): -Sí. Bueno, la vi por fuera, pero no por dentro (no es una cesta, en realidad es un paquete). ¿Qué tiene?
-Bombones, mazapanes, turrón, fruta en almíbar... Todo lo que papá no puede comer.
-Pídeles que te den una cesta para diabéticos.
-Vale. Les digo que me la cambien.
-No, no. Que te den una para diabéticos, que la otra me la como yo.
-¿Y qué llevan las cestas para diabéticos?
-Una lechuga, cincuenta macarrones, ocho uvas, dos lonchas de pavo, pan integral... ¡Y sacarina!

Lucía es tan dulce que me la comería aunque me matase.


Ítem más: Gracias Alberto por haberme puesto sobre la pista, y por tus ánimos y consejos a la sombra del árbol luminoso.

¡Paz de una puta vez!



Dejaos de hostias, entregad las armas y dejadnos en paz. Sólo entonces, cuando ETA sea historia, os empezaremos a creer.

Es lo que pienso.

Los pelos de gallina




Como dijo aquel, se me pone la piel de punta y los pelos de gallina. A Pepe lo conocí hace muchos años, antes incluso que a Germán, con quien compartí cuatro años de trabajo y magisterio. Por ambos, y por todos los demás, me alegro.