¿Por qué a mí?

Hoy es sin duda uno de los peores días de mi vida. Me cuentan que han retirado la mortadela de aceitunas de La Piara. Justo la única que me gustaba. Me encantaba.

¡Cuántas tardes de verano me he pillado mis 100 gramos, mi bollito de pan y me he largado a cualquier parque o paseo marítimo con un libro bajo el brazo! Ya nada volverá a ser lo mismo sin la vieja Lyon con aceitunas.

Sí, mi querida navaja suiza. Nos hemos quedado huérfanos de mortadela.

Descanse en paz.

5 comentarios:

Titajú dijo...

Mi pésame.
A mi no me gusta la mortadela con aceitunas, pero me encanta la Big Bolonia en bocata, con pepinillos en vinagre y mostaza, así que puedo entender como te sientes.
Me dijo una vez un amigo, que la mortadela es como las chicas gorditas: todo el mundo las ha probado y a todo el mundo le da vergüenza decir que le encantan.
¿Será verdad?

Tanya dijo...

Que vas a ser ahora en esos mediodías de verano en los que cruzabas la calle, te pillabas una barra de pan, tus gramitos de mortadela y plantabas el culo en el paseo marítimo antes de volver a sentarte delante del ordenador por la tarde...

Por cierto a mi también me encantaba la mortadela de aceitunas, de hecho es la que más me gustaba. Y en cuanto a lo de las gorditas, qué quieres que te diga no lo he probado pero...

Anónimo dijo...

¡Vaya! Si que da rabia cuando desaparece la mortadela preferida.
Siempre cuesta un poco acostumbrarse a otra nueva pero se consigue.
¿Has probado con la de Eukanuba? Dicen que está buenísima.
Aunque a mí no me gusta ninguna(lo mío es el bocata de lechuga).

Anónimo dijo...

La mortadela de aceitunas y el chorizo Revilla, esos son los abores de mi infancia. Además de la Nocilla, claro. A veces, incluso, chorizo y nocilla juntos.
A una que le van los sabores agridulces a la española.

Anónimo dijo...

A mí me pasó algo parecido o peor, si cabe, hace años.
La empresa Fontaneda pasó a manos de una multinacional norteamericana y por arte de magia, al día siguiente las María Fontaneda de toda la vida, pasaron de ser ambrosía pura, a un engrudo de serrín tostado, previamente amasado con grasas de más que dudosa procedencia.

Todavía no me he recuperado de la pérdida.

Cuando voy al super, hago un breve alto frente a las estanterías de la marca usurpada por los yankis y suelto una lagrimita metafórica en recuerdo de lo que fué.

Consumidores agraviados del mundo, ¡ánimo!, la enorme pérdida que sufrimos, algún día será compensada. Por fuerza ha de existir un cielo mortadelero-galletero al que irán todos los desamparados y desheredados de la tierra.

¡Ánimo!.