Y hablando de violinistas...


Antón y Ana son de un joven que insulta. Y ya viven de lo que más les gusta. La música. Pero están de capa caída. Uno de esos imbéciles que pululan por las calles les desvalijó el coche la semana pasada. Les llevaron un frac (que cuesta una pasta), algo de dinero, un par de discos y otros tantos libros...

Y un maletín lleno de partituras.

Probablemente el imbécil profundo que se llevó todo eso habrá tirado las partituras a la basura. O se habrá calentado su imbécil culo con ellas. Le habrá importado un pijo que en ese maletín negro vaya el trabajo de más de diez años. Que hayan tenido que pedir prestadas otras para seguir tocando y poder vivir. ¡Qué sabrás tú, imbécil, lo que es trabajar para poder vivir!

Me cuentan que a punto estuvieron de dejar sus violines en el coche. Era tarde, casi madrugada, y estaban agotados. Regresaban de Lugo de tocar y al día siguiente, madrugón. De haber sido así, el imbécil se hubiese llevado además dos piezas de varios miles de euros cada una. Pero como imbécil que es, las hubiese vendido por los diez euros que cuesta una papelina, o las hubiese quemado para asar un chorizo criollo.

Así que escúchame bien, imbécil. En el improbable caso de que llegues hasta aquí y leas esto, no me jodas y devuélveles las partituras. Llámalos, imbécil. Te doy su teléfono. 669 268 851. A lo mejor, imbécil, si sabes hacer bien las cosas, hasta te dan una perras de recompensa para que te sigas quemando las venas por ahí.

Imbécil.

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